Webmail   |   Acceso socios
43º33’17.80”N 6º05’3.79”W

En bici a Santiago en el día con 10 litros de agua

2011 / 06 / 21

Plátanos, sándwiches, pastelitos y barritas alimentaron al ciclista Tante Argüelles durante los 650 kilómetros, que hizo de un tirón

El ciclista Tante Argüelles, ayer, en San Esteban de Pravia. ignacio pulido

San Esteban de Pravia,

Desconocemos hasta qué límites puede llegar el cuerpo humano. Ésta es una de las enseñanzas del ciclista amateur y hostelero Tante Argüelles, natural de San Esteban de Pravia (Muros de Nalón), que el pasado fin de semana hizo efectivo un reto sin parangón: cubrir la ida y la vuelta del Camino de Santiago en apenas veinticuatro horas. Seiscientos cincuenta kilómetros a lo largo de los cuales describió un viaje apasionante en el que hubo lugar para la alegría, la incertidumbre y la camaradería.

El ciclismo corre por las venas de Tante, formado en las categorías cadete y juvenil de los equipos Suárez Cuevas y Muebles Genji. En 2005, tras varios años alejado de la carretera, decidió subirse de nuevo a la bicicleta. Es su pasión y a ella dedica todo el tiempo que le permite su trabajo como hostelero.

Hace apenas unos meses, completó el Camino de Santiago en once horas y veinte minutos acompañado por su gran amigo el ciclista moscón Santi Pérez. Poco después, juntos repitieron esta aventura para un reportaje televisivo. El periodista Marcos Rodríguez nos propuso hacer el camino desde Soto de Luiña. Fue entonces cuando me di cuenta de que quizá podría hacer la ida y la vuelta en veinticuatro horas, comenta Argüelles, quien de este modo trató de promocionar su pueblo y su negocio familiar.

El pasado viernes, Tante inició su reto a las diez de la noche en San Esteban de Pravia escoltado por dos vehículos. Tras abandonar su concejo, se incorporó a la carretera N-634 y cubrió el trayecto hasta Valdés sin ninguna novedad. Sin embargo, la primera de las sorpresas que le depararía este viaje tendría lugar en Canero. Allí salieron a mi encuentro tres amigos míos disfrazados de diablo y echaron a correr detrás de mí para animarme, comenta entre risas.

Una vez en Navia, en torno a las dos de la madrugada del sábado, una patrulla de la Guardia Civil de Tráfico dio el alto a la expedición. Nos adelantaron y nos preguntaron que cuál era el significado de todo aquello. Desconocían que teníamos permiso para circular de ese modo, explica el deportista, que pudo seguir con su marcha tras recibir el beneplácito de la Benemérita. Tras dejar atrás Ribadeo, comenzaron a surgir los problemas en Barreiros. Empezó a llover, pero paró a los diez kilómetros, precisa.

El frío hizo acto de presencia durante la subida de Mondoñedo. No obstante, la primera gran dificultad fue cuando Argüelles circulaba por Villalba. Eran las siete de la mañana y me entró mucho sueño. Estuve a punto de dejarlo. Desde el coche me comenzaron a hablar y logré seguir adelante, enfatiza. Una vez superado este obstáculo, el murense arribó al Monte del Gozo, donde una patrulla de la Policía Local santiaguesa esperaba para acompañarlo hasta la plaza del Obradoiro. Llegué a la catedral a las diez y cuarto de la mañana. Me saqué una foto e inicié el regreso, afirma.

El camino de vuelta supuso un vía crucis para este valiente. El aire comenzó a soplar de costado. Aún se sentía con fuerzas pero, a la salida de Mondoñedo, tras avituallarse, un nuevo ataque de sueño hizo que el reto se tambalease. Eran las cuatro de la tarde y había veinticuatro grados centígrados, subraya. De nuevo en tierras asturianas, Tante contó con el apoyo de Marcos Rodríguez y de los ciclistas Santi Pérez, Raúl Santamarta, Adolfo Alperi y Alberto Blanco. Los últimos cincuenta kilómetros fueron eternos. No tenía apenas percepción de la realidad, reconoce.

Finalmente, a las once menos cuarto de la noche, Tante hizo una entrada triunfal en San Esteban, donde le esperaban quinientas personas. Había recorrido 653 kilómetros en veinticuatro horas y cuarenta minutos. Para ello bebió diez litros de agua, unos seis refrescos y ocho geles. Asimismo, comió seis plátanos, varios sandwiches, pastelitos y barritas energéticas. Cuando llegué a casa me acosté y dormí durante diez horas y media. Tan sólo tengo las manos agarrotadas y me duelen las piernas, recalca, y afirma sentirse realizado. Me alegra haber hecho muy feliz a la gente del pueblo, concluye.

Ignacio PULIDO

La Nueva España

Volver al listado

Imágenes

En bici a Santiago en el día con 10 litros de agua